Silvia Velando
Quienes tuvimos la oportunidad de conocer a Masaru Emoto no pudimos evitar la sensación de estar ante un auténtico visionario. Afirmaba con rotundidad que si todos dejáramos correr el agua del grifo sobre las manos y transmitiéramos amor y gratitud a través de ellas, esta vibración viajaría junto con el agua hasta alcanzar los ríos y el mar. El vapor del océano se convertiría en nubes que precipitarían su agua sobre diferentes zonas del mundo. De esta manera, la vibración de amor y gratitud se extendería por todas partes.
Creó un centro de investigación en Japón con una meta bien definida: demostrar que los pensamientos y las emociones humanas pueden alterar la estructura molecular del agua, y por consiguiente cambiar el mundo dentro y fuera de nosotros.
Su aventura personal comenzó en 1994, para entonces llevaba trabajando bastante tiempo en medicina alternativa. Trató la salud de más de 10.000 personas ayudado por el agua, por lo que quiso conocer más sobre “su poder”. Se trasladó a la universidad de Berkley; allí conocería al doctor Lee H. Lorenzen, un bioquímico que se dedicaba al estudio de la resonancia magnética del agua, y al que siempre ha estado sumamente agradecido por mostrarle cuál debía ser su camino dentro de la investigación.
El doctor Masaru Emoto tomó muestras de diversas fuentes de agua. Comenzó congelando el agua de estas muestras y tomando fotos de los cristales que se formaban; un complicado proceso que obtuvo sus frutos dos meses después cuando aunó todas las variables existentes hasta conseguir la primera muestra satisfactoria –la temperatura exacta del congelador, tiempos específicos de exposición, la temperatura exacta de la nevera, la ampliación de la observación microscópica, la luz adecuada para iluminar el objeto y la apertura adecuada de la lente–.
Experimentó en primer lugar con el agua de una fuente pura del Japón; la foto posterior reveló una preciosa forma cristalina. Después procedió con los mismos pasos, pero en esta ocasión con el agua de un río de Tokio bastante contaminado; el resultado arrojó una cristalización asimétrica. Después pidió a un sacerdote del templo de Jyuhouin que ofreciera una plegaria a una muestra del agua contaminada; esta se transformó en una hermosa estructura cristalina hexagonal blanca.
Y así continuó experimentando una y otra vez en varios países hasta que, más tarde, con todo este material inédito y espectacular, se decidió a ampliar todas sus fotos en diapositivas y viajar por el mundo llevando su valiosa maleta a todas sus conferencias. Desde entonces tanto la belleza como la fealdad de las fotos de los cristales han captado la atención de muchos seres humanos.
Yo tuve el honor de conocerlo, tras un fugaz viaje de Masaru a Barcelona, entre un reducido número de personas que pudimos disfrutar de una de sus conferencias. Os dejo aquí la entrevista que realicé en aquellos momentos. Era septiembre del año 2005. Mientras mostraba su experimento con la Sinfonía Nº 9 de Beethoven en la sala nos deleitábamos viendo como crecían en la pantalla los cristales al ritmo de la música de forma bella y sobrecogedora.
La música clásica siempre reflejaba en sus experimentos patrones bellos y con armonía, mientras que el rock (heavy metal) creaba imágenes borrosas y distorsionadas. “La vibración destruye ese equilibro etéreo de las moléculas”, nos decía.
Sus experimentos se basaban en la creencia de que los cristales del agua reflejan su esencia. El agua es el medio que tiene la capacidad más alta de retención de datos. Las fotografías de los cristales que ha formado el agua tras haber escuchado las “Variaciones Golber”, que Bach compuso para expresar su gratitud, son de una increíble belleza. La sinfonía “The Moldau”, explica, calma nuestro estado de ánimo y acelera la circulación del sistema linfático. “El lago de los cisnes” libera nuestros sentidos y atenúa las molestias articulares. Los cristales que forma un agua que ha sido insultada son terroríficos. No cabe duda de que los pensamientos y las emociones pueden alterar su estructura.
-Parece lógico pensar, doctor Emoto, que el agua esté íntimamente conectada con todos los seres del planeta pues de ella procede la vida en la Tierra.
-Sí, así es. Pertenecemos al agua. El 70% de nuestro cuerpo se basa en el agua, por lo tanto la influencia de la música en nuestro interior se manifiesta igual que en las moléculas del agua, cristalizando en nuestro carácter al positivarse. El embrión del ser humano, el huevo fertilizado, está formado por un 95% de agua. La cantidad de agua de un cuerpo maduro es del 70%. A la Tierra se la conoce como “Planeta Agua” o “Planeta Azul” y aproximadamente el 70% de su superficie está cubierta de agua.
-¿Actualmente está trabajando en la curación de la enfermedad a través de la combinación de la música y el agua?
-La enfermedad provoca interferencias en el orden de las vibraciones. Nuestro cuerpo está constituido por la estructura de las vibraciones. Este cuerpo diseñado por Dios si se desvía irregularmente nos hace caer enfermos. Debido a esta interferencia nuestro cuerpo y el mundo acabarán destruyéndose. La enfermedad se provoca por la irregularidad de partículas elementales (el hado). Esta irregularidad pasa a los átomos, y de estos a las moléculas. Estas a su vez envían la señal a las células, de aquí a los diferentes órganos hasta llegar a abarcar el cuerpo en su totalidad. Si no se cura la enfermedad a partir de las partículas elementales, esta volverá a aparecer. Necesitamos de las medicinas complementarias para luchar contra ello. Nosotros decimos que la medicina occidental es una cura de simples datos.
El agua contenida en los alimentos y en las plantas puede que “escuche” la música y las palabras. Las vibraciones de la música y de las palabras trasmitidas a través del aire afectan al agua más que a ningún otro elemento. La buena música y las palabras agradables ejercen un efecto positivo en ella.
En 1988 la revista Nature publicó un trabajo firmado por trece investigadores de diferentes países en el que parecía confirmar los principios fundamentales de la medicina homeopática: sustancias diluidas en dosis infinitesimales tienen una acción terapéutica. Por lo que se desvelaba una de las grandes hipótesis: que el agua tiene memoria y que cualquier sustancia que estuviera en contacto con ella dejaría una huella, una especie de señal prácticamente inapreciable, pero que modificaría el campo electromagnético de algunas moléculas del agua.
“Si la medicina tradicional se centrara en el estudio de las vibraciones caería la industria farmacéutica porque esta no contempla este fundamento. Por ejemplo en el caso de las jaquecas nos tomamos una aspirina, pero la onda de vibración de la aspirina es contraria a la onda de las jaquecas”.
En sus experimentos con los sonidos, el doctor Emoto seleccionó agua destilada como base de los experimentos por su composición cristalina simple y una baja cantidad de impurezas. La colocó entre dos altavoces y puso una pieza completa a volumen normal; tras dar unos golpecitos en la parte inferior de la botella la dejó reposar durante la noche. Después esa agua se cristalizó y se fotografió con resultados, aún si cabe, más sorprendentes.
“Como las palabras y pensamientos también se reflejan en las cristalizaciones, dependiendo de las buenas o malas vibraciones que éstos aporten, pues cabe concluir que la sociedad sería mucho más agradable si nos centráramos en las buenas palabras y los buenos pensamientos. Las palabras convierten las vibraciones de la naturaleza en sonido y cada lengua es diferente, cada una tiene su propio juego de vibraciones”.
-¿Cuál es su visión sobre la vida y Dios, antes y después de las investigaciones? ¿Esta cambió?
-Drásticamente. Antes ni siquiera pensaba en Dios. Ahora creo profundamente en la existencia de Dios. Dios creó al hombre como ayudante. Ayudamos a Dios a manejar una resonancia. Otros seres vivos, como los animales o las plantas, no pueden ayudar a Dios a manejar la misma vibración como lo hace el ser humano. Uno de nuestros “papeles” es dar energía a toda la existencia.
-No deja de ser un hecho curioso que con las palabras de diferentes religiones, las cristalizaciones sean igual de armoniosas.
-Así es. No me explico cómo puede haber guerras religiosas. Creo que existe un mismo Dios en el interior de todos los seres. Toda y cada una de las religiones son espléndidas, pero debemos hacer crecer ese fervor en el interior. Las religiones deben ayudarnos a desarrollar la fuerza interior para apreciarnos a nosotros mismos y poder ayudar a los demás.
-¿Cómo explicaría las sanaciones en lugares de apariciones marianas, o con fuentes milagrosas como el caso de Lourdes? ¿Ha habido en estos lugares una modificación de la estructura molecular del agua para convertirla en beneficiosa?
-Estos lugares justifican que ha existido en todos y cada uno de ellos una persona santa que con su pensamiento sagrado ha podido modificar positivamente el agua dialogando y bendiciéndola.
-¿Podemos hablar de algún lugar del planeta donde el agua sea la más rica y energetizada?
-En el mundo existen miles de ríos que no he analizado, por lo que no me puedo posicionar en ninguno en concreto.
-Se ha hablado del altiplano de Hunza, cerca del norte de Pakistán, como uno de los lugares candidatos con una de las mejores aguas del planeta.
-Debe ser porque es una zona donde la gente disfruta de una larga vida.
El doctor Masaru Emoto mantenía la hipótesis de que el amor es una energía activa y la gratitud es una energía pasiva. La correlación entre estas dos emociones se corresponde a la composición química del agua (H2O). El oxígeno es activo y el hidrógeno a su vez es pasivo. Por ello creía vital que en nuestro siglo XXI nos centremos en estos dos sentimientos la gratitud y el amor.
-En su país existe un dicho, “el agua es un reflejo del corazón”.
-Después de mi investigación me di cuenta de la realidad de esta frase. De todas formas si una persona puramente limpia, en todo sentido, da las GRACIAS (la palabra mágica) al agua contaminada, ésta se convertirá en agua limpia. Al limpiar el agua existen varios grados de átomos, partículas, etcétera. En un principio, sí podemos limpiarla a nivel de partículas, pero hasta llegar a la limpieza perfecta, a nivel del átomo, tarda un tiempo. El agua tiene un mensaje para nosotros que está íntimamente conectado a todos los seres humanos y al universo. En realidad solo estamos asomándonos a su gran poder y su grandeza.
-¿Qué podría ocurrir si miles y miles de seres humanos se acercaran a las orillas de ríos, mares, y juntos dieran gracias a la vida?
-De forma instantánea seríamos más felices y podríamos esperar la paz. Estoy seguro de ello con completa certeza.
-¿El agua podría contener toda la información de la historia de la humanidad?
-Este va a ser el tema final de mi investigación. El agua podría recoger la información de todas las tierras y todos los seres vivos a través de los cuales ha fluido. Sería un registro ancestral de todos los hechos, toda la historia, todos los pensamientos de la humanidad y de la vida desde sus orígenes.
-¿Algún día existirá la tecnología adecuada que nos ayude a descifrar toda esa información contenida en el agua?
-Sí. En un futuro lejano sí. Incluso, estoy convencido de que a través de ella podremos resolver muchas incógnitas de la vida.
Todo es vibración. La existencia es una energía y la energía es vibración. Cuando esta energía nace del aprecio y amor de la gente, se armoniza con el agua. Su trabajo fue parte en gran medida de este aprecio y amor que él sentía hacia las personas y hacia el planeta. Dejo aquí mi homenaje, pues su mensaje está más vivo que nunca.