Alejandro Ferro
Claves para mantener un cerebro saludable? Mantenerlo activo y no darle "una patada en los tobillos", fumando, bebiendo alcohol o tomando drogas. Son algunas de las recomendaciones del doctor Antonio Escribano, especialista en Endocrinología y Nutrición y también en Medicina de la Educación Física y el Deporte, en cuyo último libro ("Dieta para el cerebro", Editorial Espasa) aborda cuestiones del cerebro y la memoria, tratando de esclarecer qué podemos hacer para cuidar lo más posible la estructura más preciada que tenemos.
En el siguiente diálogo –quien también es colaborador y asesor habitual de clubes e instituciones deportivas, así como de distintos deportistas de élite a nivel individual, especialmente futbolistas, jugadores de baloncesto, tenistas y atletas– nos da algunas pistas, con contundencia y convicciones que le permiten aconsejar, entre otras cosas, que ni siquiera tomemos una gota de alcohol.
-¿Lo que es bueno para el corazón también lo es para el cerebro, Antonio?
-La estructura vascular del organismo afecta la funcionalidad, la dinámica cardiocirculatoria, por lo tanto lo que afecta el corazón también afecta el riego sanguíneo cerebral. Todas las maldades que uno puede hacer al corazón, como fumar, beber, comer grasas trans, o la obesidad, la falta de ejercicio, repercuten en el riego cerebral, en algunos casos de una forma directa y en todos los casos indirectamente. Tener el corazón optimizado significa tener el cerebro sano.
-¿Qué predispone a las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer?
-El ser humano no ha vivido tanto en la historia como en estos últimos tiempos. De una edad tope muy limitada, como los romanos que no llegaban a los 40 ó 50 años, hemos pasado en dos milenios a tener el doble. El cerebro envejece, pero todavía cómo lo hace es una incógnita. No sabemos si realmente es un envejecimiento con capacidad para provocar su deterioro o para incrementar la acumulación de experiencia. Personalmente, creo que es una mezcla. La gente que no sufre daño cerebral posee una salud mental más brillante. Sí hay una clave y es que lo que peor le sienta al cerebro es el desuso, no tenerlo activo.
-Hablando de claves, ¿cómo es el tema de cantidad y cualidad de los alimentos?
-En la alimentación hay dos cuestiones fundamentales: qué y cuánto, qué se elige para comer y qué cantidad. En las charlas que doy periódicamente me preguntan si el brócoli es bueno, a lo que respondo "depende"; poco está bien, pero diez kilos matan. Como también soy músico, digo que la alimentación es como una partitura en la cual hay notas, que a su vez tienen una intensidad, un volumen, que debemos preservar. Si el volumen es bajo, pero respeta todas las notas de la partitura, estamos ante una alimentación impecable. En caso de quitar notas, es como un teléfono sin cobertura, empiezan los vacíos de sonido, y si además distorsionamos el volumen, aumentando algunas notas y sacando otras, surgen complicaciones.
Actualmente conocemos perfectamente cuál es la partitura alimentaria de un ser humano. Entonces solo queda respetarla. Querer ser originales, improvisar con la estructura biológica de la alimentación, ¿qué sentido tiene? Siempre el desafío del ser humano ha sido y es comer. Ahora que se puede hacer bien, ¡hagámoslo! La alimentación es química y hay que enfocarla desde ese punto de vista.
-¿Se puede afirmar que no hay un cerebro igual a otro?
-Por supuesto. El cerebro es una red neuronal inmensa, en gran medida desconocida, que cada persona utiliza de una determinada manera. Como en las matemáticas, se puede llegar al mismo resultado por diferentes vías, en este caso por distintos circuitos de conocimiento. ¿Podría ser un método para identificar en el futuro por sus redes neuronales? Sí, perfectamente. Ninguno tiene el mismo tono de voz de otra persona, las mismas huellas dactilares, pero todo esto es un tema anatómico, morfológico. En el cerebro es funcional.
-¿La desatención se confunde con falta de memoria?
-La identificación de los problemas cerebrales por uno mismo es muy compleja. Me gusta el ejemplo del coche: desde el asiento del conductor tenemos una perspectiva, que no es una visión completa. Por lo tanto, no somos capaces de identificar problemas personales. Quien sufre de deterioro de su memoria, su comportamiento, su capacidad cognitiva y verbalización no es muy consciente de lo que le puede estar sucediendo, hay que objetivarlo desde fuera. A veces la falta de memoria, en el momento en que uno la percibe, no es muy importante porque muchas veces se debe a no estar atento. Por ejemplo, si conversas con otra persona, mientras piensas en un tema que no tiene nada que ver, ni te enteras de lo que te está diciendo.
A diferencia de lo que muchos creen, no se puede hacer dos cosas a la vez, es imposible. Si estás leyendo mientras suena una música, o lees o escuchas. O, también, saltas de una percepción a otra.
La desatención crea lagunas de memoria que generalmente asusta a quien las tiene, pero son irrelevantes.
-La multitarea, ¿mejor dejarla de lado?
-Estoy absolutamente en contra de la multitarea. El cerebro humano no está hecho para tanta información como ocurre actualmente. Voy todos los días en tren y no veo a nadie mirar por la ventanilla, pensando. O en una sala de espera tampoco encuentro a alguien que dé muestras de esperar, al contrario, ya que parece que eso es desaprovechar el tiempo. Pero el cerebro no puede hacerlo, no le gusta, porque prefiere que todo le venga en fila india, una cosa detrás de otra, y dedicarse totalmente a ello. Estar en varios sitios a la vez genera estrés y ansiedad, y finalmente agota.
-Deberíamos tener momentos de no hacer absolutamente nada.
-Detenerse para no hacer nada. Cuando reflexionas ante un problema, encuentras soluciones. El cerebro tiene una estructura dinámica preciosa en ese sentido. Enlaza temas, ofrece posibilidades, pero para ello hay que estar quieto y no perder el tiempo con vídeos en Youtube. El tiempo es como el dinero: se gasta, se invierte o se pierde. Perderlo, nunca; gastarlo, relativamente poco; invertirlo, siempre.
-¿El intestino es un segundo cerebro?
-No estoy de acuerdo con esta afirmación. Lo que ocurre es que en el intestino se generan neurotransmisores iguales a los del sistema nervioso, como la serotonina, que contribuyen a su funcionalidad. Son parte del equipo cerebral, pero no su capitán. Podemos caer en la creencia de que el intestino piensa. El intestino se rige por impulsos muy simples y por una colonia de miles de millones de bacterias que tienen su protagonismo, relacionado con la síntesis de neurotransmisores, además de elementos del sistema inmune, etcétera.
-¿Qué ayuda a la formación de nuevas neuronas?
-Desde hace tiempo se conoce que el cerebro pierde naturalmente neuronas. Esto no significa que disminuya su capacidad cognitiva, cuya razón de ser es el número de sinapsis, o conexiones, entre las neuronas. Con el tiempo vamos creando nuevas sinapsis, cada conocimiento establece un nuevo circuito, con lo cual crece la capacidad cognitiva. Hace poco se ha visto que también somos capaces de generar nuevas neuronas. Y esto pasa cuando le damos la funcionalidad suficiente. Cuando una persona mantiene activo su cerebro, responde produciendo más neuronas porque lo estamos utilizando correctamente. Y si no lo usas, se deteriora.
-¿Cómo influye en el cerebro el dormir bien?
-Durante el sueño el cerebro se regenera. Es como trabajar en el despacho y al final del día ordenas las cosas. Todo lo que sea quitar tiempo al sueño es quitar capacidad de ordenar los conocimientos, las emociones y aquello que dejamos sin acabar en el día. Hay que dormir 7, 8 horas diarias, aunque algunos podrán dormitar menos por razones genéticas. Es decir que nos pasamos durmiendo un tercio de la vida. Lo necesita el cerebro para recomponerse. El cerebro muchas veces resuelve problemas porque conecta zonas donde hay información que conscientemente no somos capaces de advertir. Sucede que algunos, cuando quieren más tiempo, se lo quitan al sueño, levantándose muy temprano o acostándose muy tarde. ¡Error! El sueño no se puede recuperar.
-¿Las emociones son un pegamento en la consolidación de la memoria?
-Las emociones afianzan el conocimiento, los recuerdos. Sin emoción no hay consolidación de la memoria. Por eso un acontecimiento importante con mucho sufrimiento o alegría se recuerda para siempre. De manera consciente no es posible recordar cosas en las que no hemos puesto emoción, pero hay otras que están en un segundo plano, como suplentes de un equipo, y son difíciles de recordar. Sin embargo, están ahí.
-Pones en valor la memoria de los adultos mayores con respecto a la de los jóvenes, en particular en el mundo del trabajo, de la empresa.
-Lo hago con énfasis. Las personas mayores, si conservan la memoria, intacta, son unos milésimos más lentos que los jóvenes en este tema. ¿Por qué?, porque tienen el disco duro más ocupado. Esto es "biología informática". Los mayores guardan un bagaje de experiencias que modula mucho más las asociaciones vinculadas con la memoria. Las decisiones que tomen serán más razonadas, mejor que las de un inexperto. Por eso las empresas cometen un grave error cuando apartan a personal con 50, 60 años de edad.
-¿Recomendaciones para cuidar la memoria?
-Primero, usar el cerebro y evitar lo que significa darle una patada en los tobillos. No sé por qué, pero el ser humano cuando quiere divertirse fuma, bebe alcohol, toma drogas.
Luego, dormir bien, ser positivo. Los que tienen pensamiento positivo enferman menos, se curan antes, viven mejor, es un plus de buena salud. En resumen, para cuidar la memoria hay que tener hábitos saludables, establecer capacidades cognitivas, reflexionar.
-¿Y el agua?
-Es fundamental. Durante la vida una persona bebe cien mil litros de agua. Una de las cosas que disminuye mucho la capacidad cognitiva es la deshidratación débil, aquella de la que no somos conscientes porque no tenemos sed pero que acusa un gran número de personas que terminan con dolor de cabeza, y el cerebro ve mermada su capacidad cognitiva en un 25%. A mis alumnos, en los exámenes, cuando veo que no llevan un botellín de agua les digo que busquen uno.
-¿La sed no basta?
-En un símil, es como cuando tu banco te llama para decirte que hay un recibo impago por falta de fondos. Lo mejor es tener siempre dinero en la cuenta corriente. Conviene prestar atención a si estamos o no hidratados.
-¿Cómo entrenamos al cerebro?
-Muy simple, haciendo tareas que pueden resultar incómodas pero que lo espabilan de algún modo. Por ejemplo, si te cepillas los dientes con la mano derecha, hazlo con la izquierda. ¿Utilizas el navegador en el coche?, memoriza el trayecto en un mapa y luego conduce sin utilizarlo. Realiza una lista de cosas que debes hacer y luego no la mires, a ver si te acuerdas. Es decir, evita las comodidades habituales en cuanto a lo que no tiene mayor importancia, pero en los aspectos profundos, cumple desafíos más complicados como aprender a tocar un instrumento, un idioma, bailar... El esfuerzo desarrolla el cerebro como es hacer ejercicios para los músculos.
-Vivir más y con mayor calidad. ¿Vamos por buen camino?
-Sí, porque vivimos más tiempo que antes, y no, porque la calidad de vida no es óptima, en especial en lo que se refiere al cerebro, sobre todo en el tema del alcohol. No somos conscientes de que los jóvenes beben desde los 13 años, jueves, viernes y sábados. Al año, 150 días. En una edad en que el cerebro está en desarrollo. Esto no ha pasado nunca en la historia de la humanidad. ¿Qué ocurrirá con ellos cuando lleguen a los 50 años?
Otra cuestión: las drogas. Un porro parece que es irrelevante. No es así, afecta. La cocaína, el pan nuestro de cada día. Bebidas energéticas con cafeína o con taurina. Niños pequeños entran al cine con un bote de Red Bull y palomitas. Y las drogas sintéticas... Todo eso a la uña del dedo gordo del pie no le afecta, pero al cerebro sí. El coma etílico es la atención de urgencia más frecuente en un hospital los fines de semana. Soy muy pesimista con respecto al futuro. La gente no se preocupa, debería manifestarse en las calles por este tema a través de un movimiento antialcohol serio.
-¿Ni una copa de vino?
-No hay un nivel de tolerancia óptima de alcohol. Se publicó hace tres años en revistas médicas un estudio muy profundo sobre el tema porque se pensaba que un poco de alcohol venía bien. Pero no, ni una sola gota. Cuando bebes alcohol, en el hígado hay una batalla campal y parte de lo que queda se distribuye por todo el organismo, una parte va al cerebro. Es un tóxico enormemente agresivo que no existe en la naturaleza, se fabrica. El organismo no lo reconoce y por eso lo deja pasar al cerebro. Ahí está la barrera hematoencefálica, que es como la frontera de México y Estados Unidos con Trump, pero al alcohol no lo detecta.
No he bebido nunca. Ni una cerveza. Y se nota; cuando vas a una boda y son las dos de la mañana tienes una perspectiva muy real de lo que es la gente.