Estamos en una crisis global, una de cuyas ramas es la crisis en la educación. En este campo hemos llegado a un punto tal que, incluso en países desarrollados, la tasa de personas iletradas en pleno siglo XXI es del 5 al 7% y en incremento”. Con estas palabras, Michael Laitman, profesor de Ontología y Teoría del Conocimiento, doctor en Filosofía y máster en Biocibernética, iniciaba un diálogo con TÚ MISMO desde Barcelona, donde estuvo participando de un congreso de Cábala. Laitman es experto en este conocimiento también conocido como “ciencia de los números”, y su trabajo en el área educacional se inspira en él, junto con otras importantes vías académicas y profesionales que aportan a su “Nuevo método educativo global”, recientemente presentado en Francia a la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
Fundador y presidente del Instituto Bnei Baruj de Educación y del Instituto Ashlag de Investigación (ARI), Laitman sostiene que “niños y jóvenes que odian a sus padres, que abandonan sus hogares, y la violencia juvenil, con graves problemas de drogadicción, todo esto es un indicativo de que existe un gran problema con la educación”. Y añade: “Siempre nos habíamos dedicado a ser expertos de nuestros hijos, darles educación y no formación, y éste es el gran problema por el cual estamos pagando ahora”.
Aparte de ello, comenta, “nos hemos adentrado en un nuevo mundo, en el cual la sociedad tiene que ser integral y global porque dependemos unos de otros: países, pueblos y personas. Pero, contrariamente, estamos desconectados unos de otros, lo cual nos lleva a la ruina, razón de toda esta crisis”.
Frente a esta realidad, prosigue Laitman, “hemos desarrollado una nueva formación especialmente planificada para niños en especial, ya que pensamos que si vamos a formar bien a una generación, después de ella todo irá mejor”. Con esta intención, “está en nuestras manos empezar con los niños que todavía se encuentran en el sistema escolar con una edad temprana, y educarlos en una forma que es adecuada para las nuevas condiciones del entorno humano, hoy en día, en conexión, en unión, como el sistema global nos obliga”.
El punto principal de esta iniciativa ya en marcha es que “uno entienda al otro”, comprensión que no se observa en los adultos. “El aula –explica Laitman– se convierte en un salón donde todos están sentados en círculo, con los profesores al lado de los alumnos, sentados, y no parados junto a la pizarra, frente a ellos”.
De modo tal que los niños discuten sus comportamientos, que han sido filmados por ellos mismos. Si algo se hace mal, debaten qué se hizo correcto o no, quién hizo qué, cómo y por qué. “Nosotros les presentamos actores que les enseñan cómo empatizar, cómo salirse de sí mismos y ponerse en los zapatos de otra persona, tomar su papel para sentirlo. Con eso llegan a entenderse recíprocamente y también a controlarse a sí mismos, viviendo una versión más serena y tranquila de sí mismos”.
Además, por lo menos una vez a la semana los niños hacen excursiones para hacer estudios en el exterior de la escuela, actividad denominada “Conocer la vida”. “Vamos a fábricas, bancos, hospitales, aeropuertos, a todo tipo de instituciones –cuenta Laitman–. Antes hablamos con los alumnos, los preparamos, les explicamos para qué sirve esa empresa, y en cada sitio los recibe un representante que los acompaña en una visita guiada, contándoles de qué se trata, para qué trabajan. Después, cuando volvemos, se habla de lo que han visto. Ellos deben hacer un reporte donde reflejen la experiencia, qué han encontrado, la entrada y salida de lo que se produce, y cómo eso sirve a la sociedad”.
Los resultados de esta forma de entrenamiento escolar se ven cuando “en el año entrante escolar, desde la edad de 14 años, los alumnos tienen la oportunidad de ingresar a la universidad en paralelo a sus estudios regulares, es decir, empezarán estudios universitarios con esa edad porque esta forma de educación los desarrolla hasta tal punto que ellos se ven capaces de hacerlo”, destaca Laitman.
Michael Laitman